¡Hola! Al final he encontrado unos momentos para subir este pequeño relato que habla del amor y del rechazo. No voy a hacer presentación ni nada, sólo espero que os guste y comentéis.
-No siento lo mismo.
Sus palabras le dolieron profundamente, pese a que ya conocía la verdad. Todo se había roto en apenas unos momentos, aquellos en los que ella se había atrevido a confesar lo que sentía. Sus sentimientos le pesaban y agobiaban y lo había dicho todo. A él, a su amigo, a la persona que quería. Él la había rechazado y se había alejado lentamente tras decir esas palabras que lo cambiaran todo. Aunque, al fin y al cabo, no eran más que palabras. Pero esas palabras expresaban sentimientos, emociones, ilusiones…
Habían roto sus ilusiones y la dejaran turbada, perdida, desorientada y terriblemente sola. No sabía con quien hablar, a quien confesar esos sentimientos que tanto tiempo llevaba ocultando en el fondo de su corazón. Esos sentimientos, tras ser confesados, se había convertido en soledad y dolor.
Se quedó parada unos instantes, dudando. No podía seguirle, él había dejado más que claro lo que sentía. Y ella no lo molestaría más. Su relación había terminado, como amigos y como todo lo que pudiera llegar a continuación. Se estremeció. Pensó que era el viento que azotaba su cabello, convirtiéndolo en una maraña oscura que revoloteaba a su alrededor, cubriéndole el rostro, pero, en verdad, era el frío que se había instalado en su corazón al ver que lo había perdido para siempre.
Cerró los ojos y caminó de vuelta a su casa. Sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta. Estaba sola. Eso la alivió, en parte. Necesitaba pensar, descansar, adecuarse a las condiciones.
Todo había cambiado de la noche a la mañana. Porque es así como suceden los cambios más grandes y espantosos aunque también los más bonitos, de la mañana a la noche. Respiró hondo y se sintió aún peor. Entró en su habitación y cerró la puerta con delicadeza. Normalmente, su grupo favorito aliviaba sus penas pero es esos momentos se creía incapaz de soportar una sola canción de ellos. Era una de las cosas que compartían, grupo favorito. Y no tenía ganas de escuchar otra cosa. Así, que escuchó el silencio, largo rato, tratando de mantener la mente en blanco. Pensar en nada e intentar calmarse. No se creía todavía que se hubiera atrevido. La presión había podido sobre ella y se había visto obligada a confesarlo aunque ya sabía que la respuesta sería una negativa.
Sí, era soñadora, romántica y no creía en lo imposible. Pero los sentimientos no se pueden cambiar. Y ella conocía los de él. Pese a todo, en su corazón todavía había una esperanza, un pequeño sentimiento, una pequeña ilusión, una pequeña y débil llama de una cerilla en la oscuridad, amenazando constantemente con ser apagada.
Cerró los ojos y trató de desconectar, arrullada por los sueños que todavía conservaba intactos.
La llama se había apagado completamente.